Una señora de Nordelta, en la Ciudad de Buenos Aires al enterarse que ingresarán al país las vacunas Pfizer se presentó al centro de salud más cercano a su domicilio.

Allí la mujer planteó la imperiosa necesidad de quitarse las vacunas rusas y ponerse ahora la versión norteamericana.

“Gente como una no puede andar con una vacuna rusa en el brazo, además sospechada de ineficacia. Es verdad que no pude viajar a Miami pero alguien de mi clase tiene que ser vacunada con la Pfizer”, le exigió al enfermero de guardia.


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