He Shihua, un millonario inversionista, adquirió el Zibo Cuju, un equipo de la segunda división china. Ya había sido noticia hace semanas cuando él mismo ingresó para disputar un encuentro con la número 10 en la espalda.

Tal vez el Zibo Cuju FC sea un caso único en la historia del fútbol moderno en lo que refiere a un ejemplo de total impunidad por parte del propietario de un club. Es que si bien los inversionistas multimillonarios han desembarcado hace tiempo en el deporte más popular del planeta, casi nunca se han visto episodios como los que sucedieron elenco que juega en la segunda división de China.

La institución recibió hace poco el fuerte respaldo económico de He Shihua, un multimillonario asiático de 35 años, quien se convirtió en socio mayoritario del club que ahora utiliza para satisfacer todos sus caprichos deportivos. Sin ir más lejos, este fin de semana obligó al entrenador Hongyi Huang a poner a su hijo en el once titular. Pese a sus 126 kilos, el heredero de He Shihua se dio el lujo de saltar al campo de juego y ejecutar cada balón parado que tuvo su equipo.

Las cosas no salieron bien y el Zibo Cuju, que marcha último en el torneo, volvió a perder. Después de cinco fechas disputadas, el conjunto acumula apenas un punto y solo ha marcado dos goles, por los 10 que ha recibido. Pero no solo esto.

Lo más curioso es que una de las condiciones que puso He Shihua al comprar al club fue que él también fuese incluido en la plantilla. Así, su nombre aparece como integrante del plantel y es el poseedor de la casaca número 10, aunque rara vez salta al campo de juego.

El 4 de mayo, debutó con el equipo al ingresar cuando restaban 7 pocos minutos para el final en el partido que estaba 0-0 ante el Sichuan Jiuniu, equipo propiedad del grupo City Football Group (poseedores también del Manchester City). Si bien no tocó la pelota, fue parte así del único empate que su cuadro pudo cosechar en el certamen hasta el momento.

Algunos medios locales informan que Shihua, propietario de la escuadra, suele participar de los entrenamientos y tiene una buena relación con el resto de los futbolistas, con quienes come y bromea.

Además, entiende que sus minutos en el campo de juego serán escasos en la temporada y como sus conocimientos de fútbol son amplios (fue también dueño del Sichuan Huakun, campeón nacional) auguran un futuro glorioso para la institución que ahora marcha última en la segunda división de su país.

Su caso no es el único en el fútbol chino. El dueño del Shenhua, Zhu Jun, de la Superliga (primera división), jugó cinco minutos en un encuentro amistoso entre entre Shanghai Shenhua y el Liverpool en 2007, cuando lució la casaca 16. Sin embargo, nunca se había visto que un propietario sea también jugador del plantel profesional durante toda la temporada y además obligue al entrenador a poner a su hijo en el equipo.

Fuente: infobae

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