En un giro inesperado y con tono de telenovela mezclada con stand-up, Gimena Accardi salió a desmentir “con firmeza absoluta” los rumores que la vinculaban con su compañero de teatro Andrés Gil.

“¡Eso es mentira, jamás lo engañé con Andrés!”, declaró la actriz indignada, para acto seguido reconocer que sí tuvo “pequeños errores humanos” con el vecino, el panadero, el carnicero, el entrenador del gimnasio, el verdulero y “algún que otro delivery de sushi”.

La aclaración, lejos de apagar el escándalo, lo encendió: la prensa especializada ya debate si esos episodios califican como infidelidad o si se trata simplemente de “intercambios culturales de barrio”.

Nicolás Vázquez, marido de Accardi, habría reaccionado con filosofía: “Mientras no sea con Andrés Gil, todo bien. Igual siempre sospeché que el pan casero venía con doble fermento”.

Por su parte, el carnicero declaró sentirse halagado: “Yo le cortaba la colita de cuadril con cariño, pero nunca pensé que íbamos a salir en los portales”. El verdulero, en cambio, optó por el silencio, aunque dejó entrever algo cuando acomodó las berenjenas con inusual melancolía.

Accardi, lejos de la culpa, aseguró que no hay que dramatizar: “No fueron romances, fueron apenas ‘pruebas de calidad’ del comercio local”.

El caso ya es analizado por sociólogos, que concluyen que, de confirmarse todo, sería la primera infidelidad en serie con la economía barrial completa.